Un bosquejo de una ética para inmortales [Borges 2011: 345].
Ya en la Antigüedad los autores codiciaban la creatividad, concebida entonces como el soplo divino de la Musa, la inspiración de la escritura. Así la invocan Homero o Virgilio al comienzo de las epopeyas que los han inmortalizado en el parnaso. Siglos después, desde la perspectiva del Romanticismo, la creatividad se concibió como un rasgo de la capacidad demiúrgica del artista, asociada irremediablemente a la originalidad.
La inflexión de este concepto se produjo en el umbral del siglo XX, cuando algunos autores cuestionaron que las obras surgen como se explica la creación del mundo en Génesis: primero de la nada, después del caos. En 1876, Juan Valera escribió «La originalidad y el plagio», un artículo donde plantea «que no hay autor notable de quien, con un poco de trabajo y diligencia, no se puedan sacar centenares de frases o sentencias copiadas de otros autores». Tras la controvertida declaración, Juan Valera formula varias preguntas relacionadas con el concepto de creatividad que hoy tenemos: «¿Qué es la originalidad? ¿En qué consiste el valor de un escritor y, sobre todo, de un poeta? ¿Qué le da gloria, ser inmortal, influjo en las generaciones futuras, aunque haya copiado de otros autores todo lo que dice?» [1876: 29].
Es una verdad universalmente reconocida que los temas y recursos de las obras literarias -en general, de cualquier obra- se reiteran porque son limitados; por tanto, siempre se «plagian». No obstante, el plagio se transforma en originalidad cuando los temas y recursos se deforman y combinan de modo que se concretan en la obra de manera renovada.
Los procesos creativos se establecen como un diálogo entre lo que se ha creado y el particular extrañamiento que es capaz de generar quien los desarrolla; la creatividad se establece entre la originalidad y el plagio. Así Borges sugiere que deben estudiarse los clásicos sin pretender ser uno de ellos; Bioy Casares incide en que basta con ser uno mismo; y en las aspiraciones del Hamlet creativo de Cortázar se asumen ambas premisas, que esbozan una ética para inmortales: puede encontrarse el trébol de cinco hojas y, para ello, deben conocerse los que tienen tres y cuatro.
BIBLIOGRAFÍA
BIOY CASARES, Adolfo (1988): «A la hora de escribir» (edición de Esther Cross y Félix della Paolera), Barcelona, Tusquets.
BORGES, Jorge Luis (2011): «Cuentos completos», Barcelona, Lumen (Palabra en el tiempo).
CORTÁZAR, Julio (2004): «Cuentos completos 1», Madrid, Alfaguara.
SORRENTINO, Fernando y Jorge Luis Borges (2001): «Siete conversaciones con Jorge Luis Borges», Buenos Aires, Editorial El Ateneo.
VALERA, Juan (1876): «La originalidad y el plagio», «Revista Contemporánea», 15 de febrero, año 2, nº 5, vol. I (tomo II), Madrid, pp. 27-53.
Palabras. dice
DAME ORIGINALIDAD HOY EN DIA Y DEJARE DE LEER A DANTE.