Cuando te dedicas a la publicidad y al marketing, todo el mundo opina sobre lo que haces. Todos estamos influenciados por estas materias; y, por ello, nos sentimos libres y con propiedad para opinar abiertamente, y en algunos casos, sentenciar lo que otros hacen.
Frecuentemente entablo conversaciones en las que, cuando la gente descubre a lo que me dedico, me reprocha que manipulamos a las masas y que creamos necesidades inútiles. Mi respuesta es: «ojalá».
Lo importante en cada empresa, en cada producto y en cada proyecto es: la idea. Su idoneidad, su funcionalidad, su exclusividad, su unicidad, su valor diferencial y, en definitiva, su esencia. El marketing tiene todo en cuenta para planificar una estrategia que lo coloque en el lugar preciso y en el momento adecuado, y la publicidad se ocupa de mostrar su mejor cara para que, cuando lo veas, te llame la atención y no pase desapercibido. Pero la prueba final, ese «beso de la chica» después de ponerte guapo y llevarla al cine, ese beso es cosa tuya.
Los objetivos de las grandes marcas, hoy en día, no tratan solo de cubrir expedientes, llegar a porcentajes de ventas superiores a datos del año pasado y «hacer números». Los productos actuales de gran éxito, y que perdurarán en el tiempo, invierten muchos esfuerzos en ser útiles para los consumidores. En este sentido, el flujo del éxito no se establece con la propuesta unilateral de una empresa al consumidor, o por una gran estrategia de marketing; no. Así, el éxito, si es que llega, es temporal. Siempre habrá alguien que copie, que optimice procesos y que, tarde o temprano, ofrezca lo mismo, más barato. La única garantía de éxito se produce cuando se descubre una necesidad desatendida del consumidor y un proyecto consigue cubrirla. Es entonces cuando la función del marketing es tan sencilla como presentar, introducir, hacer de «Celestina». Después, todo fluirá. El consumidor te buscará, convertirá tu producto en algo cotidiano y «se casará» contigo.
Cuánta razón. Enamorado me he quedado.
Muchas gracias por leernos y compartir tus impresiones, Genaro.