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Una de las preguntas que más respuestas e investigación está dando en educación es la Brecha de Género STEM, que se detecta al comienzo de secundaria y continúa durante el resto de la educación superior.
A esta cuestión, algunos han tratado de dar respuesta a la falta de motivación de las niñas y adolescentes por los estudios tecnológicos con diversas razones: falta de modelos femeninos en ciencia y tecnología, poca aceptación social y mayor motivación en estudios relacionados con el cuidado y la protección (biología, sanidad, etc), entre otras.
Incluso hay quienes directamente niegan que sea una brecha de género, argumentando que hoy por hoy las alumnas tienen de media mejores resultados académicos que sus compañeros masculinos, por lo que podrían elegir con más facilidad estudios superiores científico tecnológicos y aún así no lo hacen; es decir, niegan la existencia de la brecha de género y directamente afirman que las niñas estudian lo que quieren y prefieren no estudiar asignaturas o carreras STEM.
Hace unas semanas, en el congreso nacional de Formación Profesional celebrado en Toledo, pude participar en una mesa redonda hablando de esta brecha de género y surgieron todas éstas posibles respuestas. Tras escuchar todas las posibles versiones y con la experiencia de fondo de los 10 años que Fundación Créate lleva trabajando en el emprendimiento juvenil, hemos tratado de poner nuestro granito de arena.
¿Existe una brecha de género STEM?
Sin ninguna duda, sí, existe.
Como ya hemos hablado en otras ocasiones, hay datos suficientes que lo reflejan y, no solo en la educación, sino que también existe en el mundo laboral, como podéis consultar en estas fuentes.
¿Cómo podemos reducir esa brecha?
Se han intentado soluciones parciales, lo que yo llamaría parches; por ejemplo, es importante que en los libros de texto se cite a mujeres, pero, ¿esto es suficiente para que así ellas se sienten atraídas por la tecnología? ¿No sería mejor preguntar qué es lo que ellas perciben de la tecnología y por qué les interesa o no les interesa?
Nosotros lo hicimos con un grupo de alumnas de 12-13 años de varios colegios de Madrid y sus respuestas fueron tan variadas como sorprendentes. Hemos podido desarrollar cinco puntos que engloban las opiniones más repetidas:
- No se sienten invitadas a participar por parte de los chicos: hay un rechazo importante al trabajo colaborativo si no viene desde el aula. En muchas ocasiones sus opiniones son ignoradas o rechazadas.
- Les gusta la tecnología, pero no le ven un uso más allá de Apps/Juegos: hay muy poco contenido tecnológico que no sea lúdico y el educativo lo encuentran muy básico. Por otro lado, parece que solo las redes sociales las tienen en cuenta (aunque más como producto que como usuario).
- Se aburren con algunas propuestas que se hacen en el aula: están basadas en el uso de la tecnología y no en la creación o desarrollo tecnológico. Tampoco suelen contar con herramientas suficientes para poder desarrollar proyectos STEM.
- No se sienten apoyadas en casa: incluso a fecha de hoy, cuando una niña muestra interés por la tecnología, todavía sorprende en casa. Especialmente si ninguno de sus progenitores tiene formación STEM.
- Perciben la tecnología como muy “masculina”: encuentran la tecnología muy centrada en aspectos que encuentran muy “masculinizados”. Citan mucho en los juegos que los personajes femeninos, salvo raras excepciones, no son reales o son inferiores a los masculinos.
Estas respuestas muestran que la opinión “las niñas escogen para estudiar lo que quieren” fundamentada en las mejores notas académicas que suelen tener, es completamente falsa. Hay un sesgo previo que les hace rechazar el mundo STEM cuando llegan a la edad en la que tienen que empezar a elegir un camino para sus estudios; lo perciben como poco amigable para ellas y no se sienten aceptadas como creadoras de contenido. Recordemos lo que ha pasado con chicas gamers, programadoras,… solo roles basados en las redes sociales, como las influencers, que parecen tener cierto éxito y en ese caso son usadas como gancho comercial, no como desarrolladoras de conceptos tecnológicos.
Quizá la clave sea hacer del mundo STEM algo atractivo para ellas, ver que pueden ocupar un espacio y aportar roles propios dentro del mundo de la tecnología.
En Fundación Créate hemos apostado por cuatro vías para ello:
Aprendizaje Colaborativo:
- Las responsabilidades de llevar a cabo el proyecto se reparten entre sus miembros por igual.
- Roles en el grupo: mayor variedad de perfiles para los alumnos/as.
- Favorece el trabajo de chicos y chicas de manera conjunta sin prejuicios previos ni sesgos por género.
- Favorece el tener diferentes perspectivas para trabajar una idea.
- Funciona como preparación para su futuro: en su vida laboral trabajarán con otras personas.
Design Thinking como metodología:
- Controlan su propio proceso de aprendizaje: ellos y ellas son el centro de este.
- Se cultiva la experimentación y la creatividad.
- La empatía con el entorno y con las personas son la clave para responder a los retos encontrados: aprendizaje social.
- Se relativiza el error: forma parte del proceso.
- Aumenta la autoconfianza de los alumnos/as, porque siempre pueden alcanzar un objetivo.
Aprendizaje basado en Proyectos
- Versatilidad: actividades relacionadas con cualquier tema, ámbitos de investigación variados y enfoques multidisciplinares.
- Autonomía: aprendizaje activo/aprender a aprender. Dar las herramientas necesarias y fomentar el análisis, la toma de decisiones, y la detección de necesidades.
- Diversión: establece metas, por lo que lo hace más motivador y ameno. Los alumnos/as se sienten llamados a resolver el reto.
- Aprendizaje Significativo: conecta lo que se trabaja y aprende con lo anterior, favoreciendo el análisis, la iteración y la reformulación.
Metodología Vivencial: Aprender Haciendo.
- El conocimiento es (casi) siempre práctico: la clase magistral y los conocimientos básicos son necesarios, pero podemos abrir tiempos para otra forma de aprender.
- Ir más allá del currículo: incorporar otras herramientas, otras tecnologías que complementan lo aprendido.
- Aprender para desarrollar habilidades: algo que va a fomentar la autoestima de ellos y ellas.
- Asociar Aprendizaje y Experiencia.
- Siempre se puede aprender de otros/as: valorar las opiniones y conocimientos de los demás.
¿Trabajando en equipo desarrollando un proyecto bajo la metodología Design Thinking es la solución para la brecha de género STEM?
Evidentemente no, necesitamos muchas más cosas que ya hemos citado: “referentes femeninos, cambiar la forma de presentar la tecnología lúdica a las niñas, desarrollar el aula tecnológica desde educación infantil y fomentar el pensamiento crítico” son herramientas fundamentales para ello. Junto con muchas otras que se están proponiendo desde diversas investigaciones.
Pero en nuestro caso hemos tenido un cierto éxito en la participación de proyectos tecnológicos en nuestra feria expositiva en Drawing ED: en ella se exponen los mejores proyectos de cada centro educativo. Y la participación de chicas ha crecido de manera exponencial: de un 25% en 2017 hasta un 55% en 2021, superando el número de chicos (en realidad en 2020 llegaron a ser el 78%, pero también fue un evento reducido por la pandemia y la paralización de las clases).
Hoy es normal que la presencia de chicas en los mejores proyectos tecnológicos de cada centro sea algo normal y habitual, por lo queremos compartir este modelo bajo la amplia experiencia de Fundación Créate.
Quizá, la clave de este éxito sea dar herramientas para que las chicas puedan trabajar y desarrollar sus ideas. El puente sobre la brecha de género STEM lo van a construir las propias niñas y mujeres.
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