“Cuanto más crítico es un grupo humano, tanto más democrático y permeable es” (Freire, 1989, p. 91).

Por Rosa Mejías
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¿A los docentes se les exige cada vez más? ¿Al educar se pone a prueba la templanza y la creatividad de los docentes? O dicho de otra forma, ¿dedicarse a la docencia supone una oportunidad para aprender a combinar lo curricular, lo experimental (la apuesta por programas educativos novedosos que tengan en cuenta los tiempos y al alumnado), y lo contextual o circunstancial? ¿O todo ello debe ir implícito en el currículo?
Los modelos de escuela más exitosos son los que vinculan el currículo con la realidad de los estudiantes, y hay muchos centros educativos en el mundo que corroboran esto. Porque, ¿tiene sentido que los docentes enseñen sin contexto, por ejemplo, la teoría de Platón sobre la transmigración de las almas, y esta como portadora de vida, cuando la de un estudiante está en peligro por carecer de suficiente comida?
Dotar de significado aquello que se enseña tiene que ver con conocer la realidad de los estudiantes e incluir sus circunstancias y oportunidades de aprendizaje en el currículo. Hernando (2015) afirma que “son cuatro las fuentes que fundamentan el currículo: la fuente psicológica en tanto comportamiento humano; la fuente pedagógica encargada de la innovación metodológica; la fuente sociológica que permite una adaptación a los cambios sociales, y que se adecúa a la realidad cambiante, y la fuente epistemológica del currículo cuyo asiento son los avances de la ciencia y la tecnología”.
Podremos dudar si obtendremos los resultados esperados, pero será difícil cuestionar que el contexto y las circunstancias determinan el aprendizaje, y que este será tanto más valioso cuanto más relación haya entre el currículo y la realidad circundante del alumno. De esta forma se potencia su motivación, porque todo cobra sentido. Puede que el mensaje de Platón se entienda mejor si, en una comunidad gitana, por ejemplo, Platón se “transforma” en el mediador (patriarca) de su comunidad. A fin de cuentas, ambos tienen algo en común; velar por el bien y la ética.
Dice mi madre (87 años), con asombro, que lo que no está en Google no existe. Igual tiene parte de razón, aunque solo parte, porque aunque en Google se pueden encontrar muchas fuentes para el conocimiento, las competencias que los estudiantes tienen que adquirir no se alcanzan “googleando”, sin embargo están reflejadas en los currículos educativos.
El papel del docente
Los docentes no son meros transmisores de conocimiento, son generadores de estas competencias. Freire (1989) hablaba de “la palabra generadora en el método de alfabetización como el acicate para que la persona analfabeta quiera conocer cómo se escribe una palabra”.
Enseñar para que lo aprendido se conecte con la experiencia vital. Bajo una visión sistémica, el alumno no es un ser aislado capaz de absorber lo que se le transmite en la escuela. Los seres humanos (la naturaleza en general) estamos en constante intercambio con otros seres y a través de las interacciones nos transformamos.
Los aprendizajes se logran en la medida que lo que se aprende es una parte significativa en el conjunto. “¿Por qué los árboles son seres sociales?, ¿por qué comparten sus alimentos con ejemplares de su misma especie y miman a sus competidores? Las razones son las mismas que en la sociedad humana: porque juntos funcionan mejor” (Wohlleben, 2021, p.13).
Nuria Fernández (directora del CEIP Ntra. Sra. de la Fuencisla) y Lucía Alacio (directora del CEIP Esperanza), ambas en centros de Madrid, están convencidas de que no hay otra opción que reconstruir los contenidos del currículo y hacerlos “vivibles” para los alumnos con metodologías activas. Ambas docentes encuentran sencillo trabajar los programas de Fundación Créate, porque solo tienen que extraer las competencias curriculares y encajarlas en las sesiones de trabajo de forma transversal.
La LOMLOE, de hecho, promueve “la autonomía de los centros para agrupar materias por ámbitos interdisciplinares” a través del trabajo por competencias. Y como ya sabemos, las competencias son las capacidades que se adquieren para transferir lo aprendido a situaciones y resolver problemas. ¿Hay mejor forma de que los alumnos trasladen lo que aprenden que planteándoles retos, grandes preguntas para resolver los dilemas del mundo o los problemas del barrio? Las metodologías activas que fomentamos en Fundación Créate no sólo ayudan a trasladar conocimientos, también favorecen la proactividad y el compromiso.
Y tú cómo docente, ¿cómo lo haces?
BIBLIOGRAFÍA
FREIRE, Paulo (1989). La educación como práctica de la libertad. Madrid, Siglo XXI editores.
HERNANDO, Alfredo (2015): Viaje a la Escuela del Siglo XXI. Madrid, Fundación Telefónica.
WOHLLEBEN, Peter (2021): La vida secreta de los árboles. Barcelona, Ediciones Obelisco.
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